Blog

A propósito de impostores

Por Sandra Mejías. Diseñadora en Doctora Moss, agencia perteneciente a AEAPS.

Como diseñadora gráfica junior, a lo largo de mi pequeña trayectoria, he pasado por diferentes etapas con diversos sentimientos hacia mi trabajo y mi puesto. Pero, sin duda, uno que persiste y el cuál todavía me esfuerzo por erradicar, es el llamado ‘síndrome del impostor’.

Seguro que es un término que más de una persona reconoce y que, además, ha experimentado en algún punto de su vida. No necesariamente dedicándote a la parte creativa como es mi caso. Este conocido síndrome puede darse en cualquier puesto de trabajo, y es más común de lo que nos imaginamos.

Afecta al 70% de la población, sobre todo a mujeres y a jóvenes.

¿Alguna vez has sentido que tus habilidades no son suficientes para el puesto que desempeñas? ¿Has pensado que has llegado donde estás por suerte, casualidad o ayuda externa? ¿Crees que estás poco preparado/a para el momento en el que se encuentra tu carrera? Si alguna de tus respuestas es sí, entonces has padecido el síndrome del impostor.

Entre los problemas más comunes que surgen son estrés y ansiedad, una constante desmotivación por falta de confianza en uno mismo y, en algunos casos, puede derivar a una depresión. Se crea un sentimiento de culpabilidad que acaba generando un miedo a que se descubra que nuestros éxitos no son mérito nuestro. Y, por consiguiente, todo ello provoca que seamos incapaces de disfrutar, no solo de nuestros logros, sino de nuestro día a día.

Nuestros pensamientos y elucubraciones nos pueden jugar una mala pasada, creyendo que no solo nosotros nos vemos como impostores, sino también el resto de la gente. Nada más lejos de la realidad. Somos humanos, y como tal tenemos derecho a cometer errores, son estos los que nos hacen aprender y evolucionar como profesionales. Fallar y caer son parte del proceso, pero no nos invalidan ni nos alejan de nuestros éxitos. No tener experiencia o tener poca es tan solo una etapa de nuestra trayectoria, que todo el mundo ha tenido que pasar, y no por ello somos inferiores al resto.

Que quede claro desde este momento: tus logros son tuyos y te los mereces. Tus fallos no te convierten en farsante, te hacen mejorar.

Reconoce tus méritos y valida tus habilidades. No te compares con el resto, nadie es menos que nadie. Date tiempo para adaptarte, conocerte y aceptarte como eres, con lo bueno y lo malo. Aprende de tus miedos e inseguridades para poder superarlos. Y sobre todo y lo más importante, confía en ti mismo.

Si te sientes solo en el proceso, no dudes en hablarlo con tu círculo e incluso acudir a terapia con un profesional. Que este síndrome no nos aleje de nuestros objetivos y sueños. Sigamos creciendo como grandes profesionales y personas.

Scroll al inicio