
Hay un momento que se repite una y otra vez en las campañas que desarrollamos para el sector veterinario: el instante en que dejamos de hablar de mascotas y empezamos a hablar de familia.
Porque los animales de compañía ya forman parte esencial de nuestros hogares, de nuestras rutinas y, sobre todo, de nuestras emociones. Duermen con nosotros, tienen su sitio en el sofá y ocupan la mitad de nuestra galería de fotos. Para muchos de nosotros son auténticos compañeros de vida, y este cambio de perspectiva también se ve completamente reflejado en el sector veterinario: los productos que se desarrollan, los tratamientos que se ofrecen, los servicios que se demandan y, por supuesto, la forma en la que lo comunicamos.
Por ello, los laboratorios de salud animal buscan algo más. Al igual que sucede en salud humana, ya no basta con mostrar el beneficio de los productos: se busca conectar, educar, diferenciarnos y formar parte activa de ese nuevo vínculo humano-animal. Hemos aprendido que ya no sirve simplemente con trasladar características técnicas o resultados clínicos. Hoy el verdadero reto es lograr que los veterinarios sientan que estás de su lado, que les ayudes a proporcionar acompañamiento real a sus clientes que, a su vez, son familias preocupadas por un miembro más.
Porque cuando un tutor escucha que su perro tiene artrosis, no piensa en la calidad de sus articulaciones, sino en si podrá seguir jugando con él a la pelota o no. Cuando a una gata mayor se le diagnostica de enfermedad renal, lo que duele no son los valores de la analítica, sino la idea de perderla. Lo que nos duele son los momentos que podemos dejar de vivir junto a ellos. Por eso, las mejores campañas son las que saben hablar ese nuevo idioma: las emociones detrás de la ciencia.
Además, la consulta veterinaria ya no es el único espacio en el que se toman decisiones. Cada vez más los tutores de mascotas buscan información por sí mismos, al igual que sucede en salud humana: webs informativas, redes sociales, veterinarios influyentes, vídeos o cualquier fuente de información que pueda suministrar respuestas. La proactividad del tutor es cada vez mayor, y por ello, la comunicación en salud animal, tanto a nivel formatos como contenidos, debe estar a la altura.
Por eso, cuando dejamos de hablar de mascotas y empezamos a hablar de familia, todo cambia. Cambia cómo nos informamos, cómo escuchamos y cómo acompañamos. Y por eso cambia también cómo comunicamos. Ya no es solo una cuestión de marketing, es entender el vínculo de quienes aman a los animales y estar a la altura de ello.
Y ahí es donde las agencias que vivimos la salud animal desde dentro, tenemos un papel esencial. Porque en cada historia que contamos, buscamos cuidar a quienes nos cuidan. Porque al final, cuidar a nuestros animales es cuidar también de nuestras familias.