En una TedTalk con millones de reproducciones, Rodney Mullen, el patinador más influyente de todos los tiempos nos cuenta cómo a mitad de su carrera profesional tuvo que transformar radicalmente su proceso creativo para seguir siendo competitivo en los nuevos escenarios que surgían dentro del skate.
Los clientes empezaban a interesarse por el patinaje callejero. Era fácil conectar con ese nuevo estilo espontáneo y cercano al día a día de la gente en forma y contexto, a diferencia del patinaje científico y sobrio que practicaba Mullen. El público comenzó a comprar merchandising de esos patinadores y en un año, las marcas dejaron de patrocinar a Mullen para crear sinergias con los nuevos players de la industria y sus ideas frescas.
Pero Mullen, lejos de pensar que su carrera estaba acabada, vio en la llegada de nuevos competidores la oportunidad para comenzar a innovar. Unió su expertise teórico con el verso libre del patinaje callejero a través del intercambio de ideas y procesos con los mejores creadores de la nueva ola. Sin perder los atributos que le hacían distinto, Mullen creó docenas de trucos inéditos que le llevaron a lo más alto del panorama otra vez.
Hoy, las agencias de health tenemos la fortuna de encontrarnos ante una oportunidad similar a la de Mullen. Consumo, con ideas y formatos que generan engagement, están atrayendo a los laboratorios. Y esto es una gran noticia: ahora podemos atraer su talento y mezclarlo con nuestro expertise científico para generar ideas nunca vistas en nuestro sector.
“No podemos ser herbívoros en un mundo de carnívoros”, decía Josep Borrell respecto al papel de los países europeos en la crisis de Ucrania y que las agencias de salud nos podemos aplicar. Porque, aunque no tenemos un conflicto con las de consumo, de no actuar pronto sí pueden suponernos una amenaza.
Asumir que los escenarios están cambiando es clave para seguir avanzando. Estamos viendo que “ser de ciencias” ya no es suficiente para progresar en entornos científicos. Probemos a cambiar el proceso creativo, a ser un poco más “de letras”. Quién sabe, quizás ahí esté el truco.