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El poder de la empatía

Por Cynthia Castejón Pérez. Directora Creativa adjunta en Draft, agencia perteneciente a AEAPS.

Emocionar. Eso es lo que buscamos con la creación de cada concepto publicitario. Generar una emoción; alegría, melancolía, sorpresa, admiración… Esa que genere empatía con nuestra marca, un sentimiento de pertenencia, que establezca un vínculo con nuestro público, un “me conocen, saben lo que siento… lo que necesito”. Saber tocar esa tecla clave es donde realmente radica la dificultad. Que esa frase, esa imagen provoquen en el espectador exactamente la reacción que pretendemos, que le hagan sentir, que le muevan desde dentro.

Realmente es un trabajo complicado, pero partimos de una gran ventaja… La vida, es emocionante, sólo que a veces, no le prestamos la suficiente atención. Y no me refiero a los grandes momentos que al común de los mortales nos suelen emocionar y que tantas veces hemos usado, ya sabéis, una boda, un nacimiento, una graduación, etc. Sino en los pequeños detalles del día a día, aquellos que nos llegan dentro. Saber buscar en los momentos cotidianos ese punto de emoción y ponerle el acento, hacernos conscientes de ellos, es nuestro as en la manga. Pero para conseguirlo, primero somos los propios creativos (amplío el término a cualquiera que busque ese mismo objetivo) los que tenemos que estar atentos en nuestra propia cotidianidad. Vivir cómo protagonistas y al mismo tiempo cómo observadores de nuestra propia vida, estar despiertos cuando se produzcan, o cómo se transmite en mindfulness “Ser observadores conscientes del momento presente”, y además saber reconocer cuáles de esas vivencias y emociones son comunes en los demás, es la clave para poder establecer ese vínculo con nuestro público.

Esta claro que las personas somos distintas. Nuestras vivencias y experiencias, la parte de nuestra personalidad que es innata, hacen que nuestras reacciones sean diferentes ante los mismos estímulos. Pero también hay muchos parámetros que nos convierten en iguales, en determinadas ocasiones. Por eso conocer e identificar al público al que nos dirigimos al tiempo que hacemos un ejercicio de empatía, es crucial para saber cómo conseguir esa emoción. La cultura, la edad, forma de vida e incluso la profesión nos darán pistas para encontrar esos puntos comunes. Y de paso también nos ayudarán a evolucionar personal y profesionalmente.

Por que más allá del objetivo que publicitariamente buscamos, exprimir esos grandes pequeños momentos de nuestra vida y conseguir extrapolar el sentimiento y la emoción que nos provocan a otros, es cuanto menos, gratificante. Sentir esos momentos es algo grande, pero conseguir que otros se emocionen al empatizar con ellos, vale doble. Cómo dijo Álex Pallete “Lo que construye la marca no es el mensaje, es la experiencia que se vive con ella”. En una sociedad en la que vivimos tan deprisa, el tiempo es un valor escaso que en muchas ocasiones no nos permite recrearnos en instantes que merecen la pena, por eso, lograr que nuestras piezas se conviertan en pequeñas experiencias que disfrutar, es un plus para nuestra marca, nuestro público y por supuesto, para nosotros mismos

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