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Vivir en un concurso

Por Rosario García. Directora Creativa Adjunta en mká, agencia perteneciente a AEAPS.

Y no, no me estoy refiriendo a lo que hacen los infinitos concursantes de Pasapalabra o las incontables generaciones de Operación Triunfo, si no a los que como yo (y tú probablemente) trabajamos en una agencia de publicidad health.

Tengo la sensación, desde hace ya bastante tiempo, de pasar mis días laborales concursando en un bucle infinito que no sé si en realidad amo u odio.

Por un lado me da la oportunidad de cambiar de proyecto, trabajar para productos o necesidades nuevas, empezar a construir desde cero (con todo lo que eso implica) y no instalarme en la desgastante monotonía (como le pasó a Shakira). Por el otro, me resulta agotador.

Recuerdo los tiempos en los que los concursos se hacían solo para “cosas gordas” y claro, no había tantas, así que el ratio de participación era algo mucho más moderado y asumible para todos. Pero como todo, eso ya no es lo que era.

Ahora se concursa (y a veces hasta se re concursa) lo grande, lo mediano y lo pequeño. Esta dinámica, además de proponer una frecuencia complicada de sostener y encajar con el resto de trabajos, mentalmente cansa, porque al final los abordas todos de la misma manera, intentando proponer algo superior, diferente, claramente ganador.

Yo no me voy a meter en temas rentabilidad interna (que ese es otro issue que tiene tela para cortar) pero si en la rentabilidad moral de los equipos.

Ya he dicho que trabajas para ganar y cuando eso ocurre, el subidón te impulsa para ir al siguiente, pero hay veces (y más con un porcentaje de participación tan alto) que no ganas. Y ahí es cuando llega la desilusión, el no haberlo conseguido, el preguntarse qué es lo que habrá ganado, que habrá presentado el resto… y en ese momento, cuando estás dentro de tu particular duelo, te llaman de cuentas para decirte “acaba de entrar otro concurso, ¿lo puedes coger tú?” pues nada, una lloradita y a seguir.

Al final te acabas acostumbrando a todo y puestos a decir obviedades, los extremos en nada son buenos, por eso si tengo que dar mi opinión creo que concursos sí, pero con moderación y sentido común.

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