Los redactores médicos son perfiles con una sólida formación científica, y que en algunos casos han desarrollado un doctorado, y que también se han especializado en la industria farmacéutica. Esta experiencia previa permite desarrollar múltiples habilidades, más allá del conocimiento científico, desde el manejo del tiempo y la organización, pasando por la comunicación científica y, por supuesto, el trabajo en equipos multidisciplinares.

La percepción de la figura de un Medical Writer ha cambiado en los últimos años. Tradicionalmente, se asocia a un rol que exclusivamente lee artículos científicos para crear contenido científico y de valor para las compañías farmacéuticas, y que ayuda a potenciar la formación de los profesionales sanitarios expandiendo el conocimiento sobre la patología, con el fin último de mejorar la calidad de vida de los pacientes, y tener un impacto en la sociedad. Este concepto no es erróneo, pero hay mucho más escondido detrás de esa persona que se sienta delante de la pantalla de un ordenador.

¿Cuál es ese lado más desconocido del potencial que puede aportar un Medical Writer?

Por un lado, en el propio Dpto. Médico-Científico, juega un papel fundamental en la gestoría de proyectos médicos, en contacto directo con líderes de opinión, siendo un acompañante fiel y pilar sólido durante todo el recorrido de proyectos de educación médica, advisory board o formaciones internas de las farmacéuticas, entre otros.

Por otro lado, es zambullirse en un ambiente de trabajo en constante interacción con los Dpto. de Marketing, Creatividad y Eventos, que implica una proactividad diaria a la hora de proponer temas de interés científico, alternativas de difusión de los contenidos y dinámicas, siempre teniendo en cuenta las necesidades del cliente, en función de las características del producto y la estrategia; además del desarrollo de contenido, y siendo un referente científico dentro de la agencia actuando como traductor de la información científica a conceptos tangibles. Por todo ello, ser Medical Writer es escritura, lectura, rigurosidad, normativa, ética; pero también es dinamismo, compañerismo, ideas, risas, actitud. En definitiva, una figura de inmenso valor en el día a día de una agencia.