De salud a dinero en menos de un año, quien dice un año dice dos, desde que nos encerramos hasta que Putin es el culpable de todo.
Dentro hilo.

Sí, el ser humano es así de voluble, hace un año el foco de atención era la salud, la investigación, casos clínicos, las muertes y las infecciones, los estudios farmacéuticos inundaban los medios. Nos estudiábamos las gráficas encerrados en casa intentando descifrar números y perspectivas de futuro.

Nos tragamos horas de yoga, actividades extracurriculares, gurús de la felicidad y del vive hoy que ya lo pagarás mañana nos convencían de su estilo de vida. Nos convertimos en “la hiervas” y el té Matcha pasó a ser nuestro icono de WhatsApp.

Y… giro sangriento de guion, al estilo Tarantino, ha llegado la hora de pagar, pagar a nivel mundial, pagar por haber mal utilizado el medio en el que vivimos durante años, pagar si tienes hipoteca, pagar si tienes alquiler… La cuestión en los próximos meses va a ser vas a pagar.

Y ahora, a propósito de esto, me viene la risa tonta. De tanto pagar acabaré dando la razón a Paul Tabori cuando en su ‘Historia de la estupidez humana” decía algo así como que la estupidez es el resultado de un duro esfuerzo personal.

Las marcas van a empezar a hacer (las mejores ya lo están haciendo) un esfuerzo titánico por nutrir la memoria del consumidor con imágenes y sentimientos adecuados asociados a la marca, decantar la balanza para que no recaiga el peso de la comunicación en la subida del coste de vida. Decantar la heurística del consumidor, hacia un método de toma de decisiones meditado en base a los cambios que nos ayudaron a implementar en el momento en que toda la comunicación se tornó médica.

Se nos presenta la oportunidad de hacer que la comunicación health impere y sea trasversal, filtrándose en las marcas de consumo para que esa conciencia que nos ayudó a conectar en los peores momentos se traduzca en un método de toma de decisiones intrínseco al ser humano.