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SALUD EN VIÑETAS: El impacto de la ilustración en la educación en salud

Por Laura González. Copy junior en Doctora Moss, agencia perteneciente a AEAPS.

En un mundo donde la atención del público es un recurso cada vez más disputado, contar historias que conecten emocionalmente es fundamental. Cuando hablamos de temas de salud, esa conexión no solo sensibiliza, también puede salvar vidas. Aquí es donde la ilustración emerge como una herramienta poderosa para emocionar y educar al mismo tiempo.

Las historias ilustradas, lejos de ser piezas exclusivas para niños, han demostrado ser un medio versátil y efectivo para llegar a audiencias adultas. Historias reales o ficcionadas, narradas a través de ilustraciones y diálogos, pueden transmitir mensajes complejos de una forma cercana y memorable. Cuando el objetivo es comunicar sobre salud, esta capacidad de unir la parte visual con el relato puede marcar la diferencia.

Una buena ilustración puede coger conceptos difíciles o abstractos, como los riesgos de una enfermedad o la importancia de ciertos hábitos saludables, y transformarlos en experiencias tangibles y emocionales. Por ejemplo, contar la historia de una persona que superó una enfermedad gracias a un diagnóstico temprano puede hacer que el lector se sienta identificado y tome acción. A través del lenguaje visual, es posible mostrar emociones como miedo, esperanza o alegría de manera instantánea, algo que a veces las palabras no logran por sí solas.

Un gran ejemplo de esto son las historias ilustradas que abordan temas como el cáncer, el VIH o la salud mental. Estas narrativas logran, a través de personajes y situaciones cotidianas, romper tabúes, educar sobre prevención y generar empatía en quienes los leen.

La fuerza de una historia ilustrada radica también en su accesibilidad. Mientras que los textos largos o las presentaciones técnicas pueden abrumar, un formato como el cómic presenta la información de manera sencilla y atractiva. Esto no significa que simplifique en exceso los contenidos, sino que los hace más comprensibles para una audiencia amplia, incluyendo aquellas personas que no tienen conocimientos
previos en salud.

Uno de los puntos más valiosos del cómic es su capacidad para contar historias reales de forma cercana. Al presentar personajes con los que el lector puede identificarse, como pacientes, familiares o profesionales de la salud, se genera una conexión emocional que hace que el mensaje sea más efectivo. La empatía que surge al leer un cómic puede motivar al lector a reflexionar y tomar acción: hacerse una revisión médica, vacunarse o apoyar a un ser querido en un momento difícil.

En una estrategia de comunicación en salud, las historias ilustradas pueden desempeñar diferentes roles. Pueden ser el centro de una campaña, una pieza introductoria para captar la atención o un material complementario que refuerce mensajes clave. Su flexibilidad permite adaptarlas a formatos digitales, impresos e incluso animados, ampliando su alcance.

El cómic no es solo entretenimiento; es un recurso poderoso para sensibilizar, educar e inspirar acción en temas de salud. Gracias a su capacidad para combinar narrativas emotivas con información visual, puede conectar con audiencias diversas de una manera profunda y efectiva. Si queremos que nuestros mensajes de salud lleguen, se comprendan y se recuerden, tal vez sea hora de darle una viñeta más a nuestras estrategias de comunicación.

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