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EL INTERNET DE LAS PERSONAS

Por Laura Martínez Méndez, Directora de Cuentas en Publicis Health.

El marketing digital es una realidad omnipresente y la estrategia digital es la columna central que pone la creatividad al servicio del cliente.

Laura Martínez Méndez, Directora de Cuentas en Publicis HealthEstamos acostumbrados a trabajar con conceptos desconocidos hace muy poco tiempo: como la realidad aumentada, la inteligencia artificial, los asistentes virtuales o los wearables que están cambiando la forma de interactuar y la propia esencia del marketing.

El uso masivo de datos, el big data, proporciona argumentos y herramientas poderosas para elaborar y planificar acciones de marketing y esta masiva digitalización del trabajo se traspasa también a la propia vida de las personas.

El marketing está a la vanguardia del uso de lo “digital”, pero la esencia virtual se hace presente, cada vez más, en cada instante de nuestra vida. Es el “Internet de las cosas” el que está invadiendo todos los rincones de la existencia, ya sea en nuestro trabajo o en nuestra vida personal.

No hay manera, ni creo que tampoco persona, que pueda negar los beneficios del uso de los medios digitales, de las herramientas virtuales que nos proporcionan mayor y mejor conocimiento del comportamiento del target: incrementar, sostener y recrear la atención del consumidor.

El camino nos dirige hacia el incremento del uso de medios digitales a la hora de diseñar proyectos, de analizar resultados o de proyectar el futuro. Sin embargo, este uso cotidiano de lo digital no debe ignorar al destinatario, al target, al cliente, ya que es él el que, al final, tiene la única decisión relevante: elegir, hacer clic en una u otra opción.

El Internet de las cosas nos está haciendo más fácil, por ejemplo, las tareas en casa, como ya lo venía haciendo en el ámbito profesional, pero tal vez conviene no olvidar el “Internet de las personas”, un ingrediente complementario en la ejecución de cada reto profesional.

Una mala planificación, una estrategia que no tenga en cuenta de forma suficiente el componente humano puede echar por tierra el componente digital. Por un simple desliz de perspectiva, un leve error de apreciación o un olvido de identificación del objetivo final, pero que siempre se hace presente: las personas.

Y esa misma estrategia digital tan eficaz en la preparación, la trasmisión y la evaluación de una acción puede hacer mutar un proyecto en fracaso, o incluso revertir el objetivo positivo que esperamos de una campaña. No sería la primera vez.

Por eso, está muy bien el Internet de las cosas, pero no releguemos a una esquina al Internet de las personas. Como mucho podremos colocarlo, por un rato, en el rincón de pensar.

 

 

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