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El botón humano

Por Silvia Sánchez – Directora de Arte en Ogilvy Healthworld Barcelona.

Este post podría ser anónimo, de ser así no figuraría mi nombre en la cabecera, ni lo basaría en mi propia experiencia….

Silvia Sanchez, Directora de Arte Ogilvy HealthworldEn la era en la que la tecnología ha experimentado su mayor evolución, algunas personas como yo preferimos hablar de valores, conocimientos, amor, personas y del trabajo hecho con cariño.

Soy directora de arte, diseñadora gráfica, artefinalista y futura animadora de 3D y no me importa la labor que desarrolle en cada momento pero sí tomar conciencia de que la tecnología es únicamente un medio, una herramienta, que me permite agilizar mi trabajo, el cual considero insustituible por una máquina.

Diseñar requiere conocimiento, talento, ingenio, sensibilidad y pasión, todo ello con un único objetivo: llamar la atención de un receptor al que desconoces para llevarle a la acción y hacerle sentir mejor. Un diseñador no “pinta” una web ni pone “cara y ojos” a un logotipo, no es una cuestión de gustos personales. Diseñar es mucho más que todo eso: es hacer una obra.

“En toda obra debe haber emoción, sentimiento y claridad”, afirmaba Enric Huguet, (1928), uno de los diseñadores gráficos españoles pioneros con una importante presencia en el sector publicitario farmacéutico. “Un diseñador gráfico es un poeta y un lingüista de las imágenes visuales del mundo”, afirmaba también. La poesía aporta emoción, ritmo y calor a un mensaje y la lógica del lingüista introduce claridad a través de la correcta articulación del mensaje. Lo mismo que un diseñador con su obra.

Por eso, detrás de cada campaña, de cada diseño y de cada arte final hay una intención, un estilo, un sentido, un mensaje y una emoción. Nada es al azar, todo tiene un porqué. Desde la elección de la imagen hasta la tipografía pasando por la cromática, la música y otros tantos elementos, todo está cuidado hasta el más mínimo detalle para que el mensaje llegue de forma adecuada a su destinatario.

Tengo la suerte de dedicarme a la publicidad de la salud y el bienestar donde la empatía es un requisito más que sustancial (sobre todo cuando a quien te diriges es al paciente), porque las emociones juegan un papel fundamental. Por este motivo, es primordial que este trabajo esté exquisitamente cuidado. Nuestras “obras”, las que hacemos los llamados “diseñadores”, van destinadas a personas que tienen un problema y nosotros, los encargados de comunicarles la posible solución, debemos ser capaces de trasladarles un mensaje de forma clara, elegante y con mucho tacto, siendo capaces de adaptarlo a la sensibilidad de cada persona para no herirla en un momento delicado de su vida.

¿Sería una máquina capaz de transmitir todo esto en una obra? ¿Sería una máquina capaz de empatizar con un paciente? ¿Estamos seguros de que elaborar un buen arte final es simplemente “darle” a un botón?

Nuestro trabajo tiene como objetivo atender necesidades humanas y la tecnología nos ayuda, pero nosotros contribuimos a humanizarla a través de nuestro sentido y sensibilidad.

 

 

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