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Cómo ser digital y no morir en el intento

Por Undergraf.

 

Undergraf

¡Enhorabuena!, ya has dado el primer paso para ser una marca que se desenvuelve en entornos digitales. Cuando hablamos del primer paso, nos referimos, evidentemente, a que has tomado conciencia de que no puedes no serlo. Quizás, aunque a muchos les parezca lo contrario, es el paso más difícil, ya que no implica solo un “si quiero”, implica reconocer que debes cambiar muchas cosas a tu alrededor, pero fundamentalmente debes cambiar dos elementos: el primero la actitud y el segundo tu narrativa digital como marca.

El territorio de la actitud te va a suponer un gran esfuerzo que, más allá del económico, lo definiría casi conductual. Podríamos decir que debes acudir, como marca se entiende, a esas “terapias” en las que pondrás en entredicho toda tu historia, tu bagaje, tus principios más esenciales y asumir que cuando salgas de esa “terapia”, serás una marca nueva, una marca de futuro, una marca digital.

El territorio que hemos definido como narrativa digital es básico para hacer realidad el esfuerzo iniciado desde el punto de vista conductual. Si en psicología se dice que las palabras crean verdades, en los entornos digitales ocurre lo mismo. Tu narrativa debe ajustarse a los parámetros que se definen en los entornos digitales ya que, de lo contrario, todo el esfuerzo que realices en la transformación de tu ser más íntimo, si no eres capaz de exponerlo con una narrativa digital, será un esfuerzo no apreciado y que generará una inconsistencia entre lo que quieres ser, lo que dices ser y lo que realmente eres.

Para que tu narrativa digital sea consistente con tu “yo digital after terapia” tienes que tener en cuenta dos puntos básicos:

 

  1. Digital es sinónimo de diálogo. Si no vas a ser capaz de admitir el diálogo dentro de tu narrativa, debes volver a la “terapia conductual” hasta que estés preparado para sumir este modelo de relación con tus clientes.
  2. Los códigos de comunicación no son los mismos que en el mundo analógico. Ni las palabras, ni las imágenes, ni los audios funcionan de la misma manera en los entornos digitales. Esto se debe fundamentalmente a algo muy relacionado con el punto primero. En los entornos digitales el poder y el control lo tiene la audiencia y ellos definen lo que quieren ver, leer o escuchar (el fondo) y sobre todo cómo (la forma) lo quieren ver.

 

La narrativa digital exige que cambiemos la forma en la que elaboramos nuestros mensajes, los tiempos, los formatos, todo debe atender a unas normas de juego que impone la audiencia y el entorno digital y social en el que nos estemos desenvolviendo. No podemos pensar que una narrativa lineal y analógica tiene cabida en las redes sociales, de lo contrario no seremos digitales aunque creamos serlo.

 

 

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