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Información, infoxicación y empoderamiento del paciente

Por Juan Prieto – Medical Writer

Hoy en día nos hemos acostumbrado a utilizar el término de paciente empoderado. Con este vocablo, traducido del inglés empowered, hacemos referencia al paciente que conoce cuál es su estado de salud y es responsable respecto del cuidado del mismo. Este incipiente concepto ha revolucionado la relación médico-paciente, evolucionando hacia una toma de decisiones compartida entre ambos.

La sociedad hiperconectada en la que vivimos, que facilita el acceso a todo tipo de información desde cualquier lugar en que nos encontremos, ha posibilitado este cambio de modelo en la atención sanitaria. Ahora bien, el paciente no alcanza su empoderamiento de una manera autónoma, sino que es un proceso de aprendizaje en el que todos los agentes implicados en el “mundo de la salud” debemos ser capaces de guiarlo hacia la obtención de información fidedigna y de utilidad clínica, a fin de evitar la infoxicación del Dr. Google.

¿Hasta qué punto podemos nosotros ser responsables del empoderamiento de un paciente? 

Es cierto que el marco regulatorio actual dificulta la interacción industria farmacéutica-paciente y que, por lo general, los laboratorios son reticentes a poner en marcha proyectos que no impliquen una comunicación directa de sus productos. Sin embargo, nuestra misión como partners es hacerles comprender que el modelo tradicional en el que el paciente era un mero receptor de información ha quedado obsoleto, dando paso a un nuevo modelo en el que el paciente es un agente más, implicado en el cuidado de su enfermedad y en la negociación del tratamiento que se le prescribe. Tener como foco de la acción al paciente no solo permite una mejor calidad asistencial, sino que también refuerza la identidad de marca del laboratorio.

Y con los avances de la era digital, las posibilidades de comunicación son cada vez mayores. A las tradicionales campañas de concienciación, con actividades en la calle o en centros sanitarios, se suman ahora la creación de blogs de contenidos médicos, el desarrollo de apps para el correcto manejo de una patología o la creación de comunidades virtuales de pacientes, entre otras. 

Ahora que ponemos tan en alza incluir contenidos de valor en nuestras propuestas, debemos ser capaces de proyectar al paciente como un objetivo más al que dirigirnos. Como agencia tenemos que tener la capacidad de buscar y seleccionar aquellos contenidos clínicamente útiles para el paciente, con un lenguaje adaptado al mismo, en un canal y con un formato atractivo y, sobre todo, precisamos de la habilidad para trasladar la necesidad a nuestros clientes.

 

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